sábado, 26 de marzo de 2016

OPINIÓN - DE LA VOLUNTAD, LA EDUCACIÓN Y LA LIBERTAD.

OPINIÓN - Guillermo R. Pinotti

De la voluntad, la educación y la libertad.

Hace tiempo escribí una nota tratando de relacionar la observación “de lo que está bien y lo que está mal” y su vínculo con el ejercicio de la voluntad, la educación y la libertad. Lo dejo a consideración de los lectores una vez más, para que de la reflexión de estas opiniones, facilite y aclare a muchos padres el consejo a sus hijos con las bebidas alcohólicas y otras sustancias psicoactivas, como conducen, como se comportan en sociedad y, sobre todas las cosas recordar que nuestros derechos tienen límite cuando comienzan los derechos de nuestro prójimo, de nuestro vecino, de nuestros pares:



La voluntad es una condición indispensable para dirigir nuestros actos en un sentido determinado. Y ese sentido puede estar dirigido a metas sublimes que tienden al bien común, pero no siempre desde lo individual o subjetivo están de acuerdo con sentimientos de placer. De ahí que ganarse el pan con el sudor de la frente, implica un esfuerzo, una dedicación, y el ejercicio de la voluntad.
Este ejercicio es una condición que se educa, se transmite, y cuando la voluntad dirigida a poner marco a nuestros actos se sistematiza, se llama disciplina.
Aquello de no poner los pies sobre la mesa, no comer con una gorra o sombrero puesto, el saludo al ingresar a un recinto, etc., que los jóvenes de hoy critican como sin sentido, eran en épocas pasadas formas simbólicas con la que los adultos nos enseñaban que las normas en una casa debían ser respetadas, más allá de nuestros gustos y comodidades. Y se guardaba aquello en nuestros pensamientos extendiéndose a nuestra vida en sociedad: respetar la ley y el orden, defender nuestros derechos sabiendo que el límite estaba cuando comenzaban los derechos de los demás, de nuestros iguales. El motor de esta conducta estaba en el ejercicio y educación de la voluntad.

El enseñar y aprender se da en todo momento. El ejercicio de la voluntad va de la mano del respeto a nuestros pares. Se aprende y se enseña dentro y fuera de los ámbitos escolares. Se enseña en el hogar cuando el padre indica lavarse las manos antes de comer a los niños. Y estos, contrariamente a sus deseos y apremiados por su ansiedad, poniendo voluntad, incorporan esta medida de higiene. Los padres están para eso, para marcar conductas que directamente o simbólicamente permitan a sus educandos tomar disciplinas que marquen el rumbo de la vida en sociedad.

No son los padres, los maestros ni los profesores dictadores, fachos, nazis, ni torturadores por enseñar el respeto a las normas. Pero los que tienen en un momento dado el poder para marcar políticas educativas y facilitar la información, cuentan con gran responsabilidad para que un pueblo entienda algo que parece tan sencillo como que, de acuerdo a las normas que rige esa sociedad, lo que está bien está bien, y lo que está mal esta mal.

La ética se enseña con el ejemplo y se aprende con el modelo. Ejemplo y modelo son dos versiones de una misma realidad, aunque se diferencian según el punto de vista del que hace la lectura: si es del que enseña o si es del que aprende.
En el que enseña, la ética debe ser un producto ya logrado e incorporado en la forma de pensar y en el comportamiento, mientras que en el que aprende, debe ser un producto que debe ser logrado. Supuestamente debería ser así, pero no lo es del todo, pues la ética es algo dinámico y jamás se llega a un producto terminado, siempre se está en permanente transformación. Por eso las normas y las leyes se reforman de tanto en tanto. Pero en esos períodos que rigen, deben ser cumplidas como tal. Es cierto que a lo largo del tiempo, la permanente modificación e incorporación de subculturas, da distintos matices a la cultura en general, pero el componente ético del ser humano debería darle lugar solamente al “mejoramiento beneficioso”.
Las nociones de “bien”, “bien común” y de “bueno” deben constituir el soporte y el camino de esta permanente modificación.

¿Cómo se produce el aprendizaje de lo bueno y de lo ético? Por identificación con el modelo. Y aquí cuenta con gran responsabilidad quien impone este modelo o tiene poder para dirigirlo. Esto es básico en todo aprendizaje. El niño toma a alguien, (el padre, el maestro) como modelo y se identifica con él, incorporando tanto sus comportamientos, como su forma de pensar.
La identificación masiva con ciertos líderes – hay muchos ejemplos en la historia de la humanidad – no llevaron a buen puerto. Aunque en un momento dado, en un instante preciso, ciertas ideas políticas, dogmas, religiones, etc., se tomaron como verdades absolutas.

La reflexión a través de la observación, comparación, madurez de los pueblos y puesta en ejercicio de la experiencia para poner límite a modificaciones que no respetan la condición de “mejoramiento beneficioso para el bien común”, son la llave necesaria para que una sociedad en el marco de las leyes y normas que la rigen, conserve el sentido de lo ético.
En el psiquismo existe un intercambio que se da en doble sentido de adentro hacia afuera y viceversa, que es una actividad importante para mantener un equilibrio. Se da un fenómeno de incorporación de elementos, de información, de conocimientos que vienen de afuera, y un fenómeno de expulsión de elementos, de conocimientos, de información que van desde el psiquismo al mundo externo.
El psicoanálisis ha estudiado este tema y a la incorporación psíquica se la ha denominado introyección o identificación, mientras que a la expulsión, la llamó proyección.
Por eso los medios de comunicación en la actualidad, que marcan una gran preponderancia e influyen en la educación de un pueblo, marcan el rumbo y la cultura del mismo en un momento histórico dado.
El modelo de incorporación mencionado antes, puede observarse con claridad en toda situación de aprendizaje. Esto se destaca especialmente en la relación padre-hijo y en la de maestro-discípulo. La relación padre-hijo constituye normalmente un vínculo de carácter simbiótico en un sentido psicológico, en el cual se da una fuerte comunicación emocional y afectiva entre ambos integrantes. Este componente afectivo-emocional es fundamental en todo aprendizaje: el amor es el puente que canaliza la adquisición en el que está aprendiendo y es el pegamento que estabiliza el aprendizaje. Por amor, el niño toma a su progenitor como modelo y lo incorpora como una totalidad en todos los aspectos que lo caracterizan como persona. De esta incorporación se produce un movimiento psíquico interno, por el cual se efectúa una selección de aquellos aspectos que le son útiles en su proceso de identificación, y una eliminación de aquellos otros que no le son útiles. Lo mismo ocurre en el discípulo en su relación con el maestro: lo toma como modelo de persona e incorpora su forma de ser, de comportarse, de sentir y de pensar. La calidad del vínculo y su permanencia en el tiempo son los pilares que darán el grado de solidez de lo que se aprende: cuanto mas intenso es el afecto y mayor el tiempo de dedicación, más significativo y perdurable será lo que se adquiere.

También el destino de una nación depende del grado de robustecimiento de la capacidad de discernimiento de su pueblo, que le permitirá distinguir y separar aquellos rasgos que se adoptan como propios, de aquellos otros que se distinguen como ajenos. Esto produce un enriquecimiento interno y el desarrollo de autonomía y adquisición de una personalidad propia y sólida.

El futuro de una nación depende de como leen y escriben sus niños, como razonan y como seleccionan el conocimiento incorporado.
La igualdad de oportunidades para el acceso al conocimiento integral, no sectorizado, y la educación para pensar, razonar y discernir, son los únicos caminos que llevan a la libertad.
Guillermo R. Pinotti

OPINIÓN - LA POLÍTICA Y LA MENTIRA ENCUBIERTA


OPINIÓN

LA POLÍTICA Y LA MENTIRA ENCUBIERTA



Desde hace mucho tiempo en la actitud y el lenguaje político, se buscan todo tipo de artimañas donde el único objetivo es sacar ventaja. Claro que esa ventaja pone en juego la sinceridad hacia el pueblo, generando en ese engaño solapado obtener beneficios que, si se convierte en un hábito disimuladamente aceptado, resulta nefasto.
De esta manera, la "habilidad” de hacer confundir la obligación de un funcionario o gobernante como un favor hacia el pueblo, desdibuja en muchos ciudadanos el concepto de sus propios derechos y obligaciones.
Así, lo que es una acción obvia de un gobernante o funcionario porque es su obligación intervenir, consensuar, administrar, gestionar, etc., se anticipa en volcar la información en los medios como el hecho de un favor en beneficio del pueblo u otro dirigente para facilitarle las cosas.
Ocurre entonces que situaciones que funcionalmente y administrativamente tendrían que tener un camino y resolución lógico, se tratan de vender como mérito de un ministro, viceministro, senador, diputado etc.; con el agravante que se genera en el pensamiento popular que "quien trae el dinero es Fulano de Tal”, y lo más grave: muchos hasta piensan que sale del bolsillo de estos personajes.

De esta manera, con el tiempo y la generación de este hábito, reemplazan en el pensamiento popular que de dichos beneficios de administración – dinero que en definitiva viene del pueblo y debe regresar al mismo - , lo que es una responsabilidad delegada y una obligación del gobernante o funcionario, es solo un favor.
Aquí nace la situación del agradecimiento que no corresponde, porque los derechos el pueblo debe exigirlos, no debe agradecerlos ni suplicarlos.
Por esta metodología nacieron frases como "roban pero dan”… y lo reza nuestro "Martín Fierro”: "Hacete amigo del juez…”
A modo de ejemplo, el salario de un obrero o el cobro de una deuda legítima se exigen porque es un derecho; y si alguno desde su responsabilidad, su función y obligación delegada por el pueblo actúa para su resolución, es la actitud propia y esperada que debe tener.

Ningún padre puede vanagloriarse porque da de comer a sus hijos, ni un maestro porque enseña correctamente a sus alumnos, ni un contador público porque nunca robo. Y peor, si de dichas acciones busca transmitir lo que son derechos como si fueran favores. Porque los derechos se deben respetar y exigir que se cumplan. Y las obligaciones de los funcionarios son responsabilidades que no hay que agradecer porque son circunstancias obvias de su ejercicio.

A más de treinta años de democracia en Argentina, aunque me parece pueril describir esto, en ciudades, provincias y nación sigue ocurriendo, y este modo de operar sigue activo en una ciudad como Chivilcoy, que a pesar que muchos votaron un cambio en la manera de hacer las cosas, increíblemente funcionarios encumbrados siguen con el mismo libreto para demostrar que solo por sus manos se resolverán los "destrabes” que la lógica dice que en una administración coherente y normal deben tener un curso espontáneo y ágil, sin necesidad de ningún Papá Noel y sin necesidad de divulgación propagandística que denigra a la democracia, que tiene como pilar de base el diálogo y la búsqueda del bien común sin mezquindades.

Dejo como reflexión final la frase que dice: "El problema de lo público es que el político piensa que es suyo, y el pueblo que es gratis”.

Guillermo R. Pinotti

OPINIÓN: CHIVILCOY, LA VIOLENCIA Y LA DELINCUENCIA.

OPINIÓN

CHIVILCOY, LA VIOLENCIA Y LA DELINCUENCIA.



Si usted se sintió motivado para leer esta nota, deje de lado todo tipo de pensamiento político partidario primero. Porque los hechos de violencia y delitos en Chivilcoy desde hace algunos años a la fecha vienen en escala ascendente y es un problema de todos.  Un problema que ninguna persona individualmente o grupo circunscripto aislado puede solucionar totalmente. Olvídese de eso. Descarte también la idea que Chivilcoy es “la isla de la fantasía” y que aquí ciertas cosas no van a pasar nunca y los problemas que pudieran ocurrir se pueden revertir con una varita mágica de un día para el otro. 

Los delitos que usted veía por televisión en los canales de noticias de las grandes capitales, están ocurriendo desde hace algunos años en su propio barrio. Tanto en el aumento de la cantidad de los mismos como en la diversidad de formas y características que eran atípicas en esta zona hasta no hace mucho tiempo.
Deje de pensar que los hechos antisociales, de violencia y delitos de los fines de semana solo se deben a jóvenes traviesos que salen a merodear en motos. Debemos comenzar a pensar, como ciudadanos comunes, que estamos inmersos en una violencia social que ya ha llegado con todas sus características a estos pagos. Y lógicamente y estadísticamente debía ser así. Pasa en Argentina y en ella estamos.

Por ese motivo el vecino debe empezar a observar y analizar los hechos de otra manera; y a tener una perspectiva preventiva diferente.
Debemos asumir que a la violencia común se ha agregado el perfil criminal, y que este último en muchos casos es desorganizado, pero que en otros presenta características de crimen organizado. Y no es cuestión de ponernos en especialistas en seguridad, ni en sociólogos, ni antropólogos. Solo deténgase un minuto ante la realidad y observe. Saque sus conclusiones.
Hemos crecido en instituciones estatales como también en ONG y en acciones de hacedores de la política pública que trabajan en violencia de género, drogadependencia, inseguridad en general. 
Pero si usted piensa que este fenómeno social mañana se termina y que la solución está fuera suyo y no se hace partícipe, está perdido. 

La crisis de la violencia social y el crimen organizado atraviesa hoy todas las esferas de nuestras vidas y nace en múltiples variables. Analice sino cuantas veces escuchó en los últimos tiempos: Maltrato físico y/o psicológico a niñas y a niños, “bullying” en las escuelas, violencia en los centros de educación media superior y superior, maltrato o trato inadecuado a las personas de la tercera edad, violencia en el noviazgo, violencia hacia las mujeres, difusión de mensajes injuriosos sobre personas a través de redes sociales, vandalismo urbano, resistencia violenta de grupos comunitarios a la acción de autoridades públicas, manifestaciones públicas violentas de algunos movimientos sociales, delitos comunes con violencia, trata de personas, acciones violentas del crimen organizado, acciones violentas en delitos vinculados a la drogadependencia y narcotráfico. Por supuesto no hay que olvidar las acciones violentas e ilegales por parte de agentes del Estado y la corrupción. Tome nota tranquilo y apunte cuántos de estos factores antes nombrados no forman parte de la sociedad de Chivilcoy hoy. Puede que se le ocurra alguno más.

Aunque considero que la base de la solución está en la educación e integración familiar y la igualdad de oportunidades para todos, siendo la desigualdad social el origen de toda violencia; no debemos ser pueriles en desconocer la presencia del fenómeno social de la violencia, así como la presencia de los valores violentos que sectores delictivos o criminales sostienen para sus oscuros intereses, donde la incursión del narcotráfico es un ejemplo de esto.
Por todo lo anterior, los vecinos de Chivilcoy, debemos empezar a ver el fenómeno de la violencia y delincuencia desde un nuevo punto de vista y con un compromiso diferente, cada cual desde el lugar que le toca y puede, para lograr el bien común que todos queremos y merecemos. 

Guillermo R. Pinotti

OPINIÓN - LA DEUDA Y LOS "FONDOS BUITRES" INTERNOS

OPINIÓN

LA DEUDA Y LOS "FONDOS BUITRES" INTERNOS - Guillermo R. Pinotti



“La deuda interna”, es una película argentina de 1988 (dirigida por Miguel Pereira y protagonizada por Juan José Camero, Gonzalo Morales y René Olaguivel), basada en una novela del maestro Fortunato Ramos que fue estrenada el 4 de agosto de 1988 y ganó el Cóndor de Plata como mejor película en 1989. Me emocionó en aquellos años, y tantas veces que volví a verla. Será porque más allá de los argumentos y las circunstancias de cada época, se pueden hacer múltiples analogías o comparaciones pero el resultado a mediados de dos mil quince sigue siendo el mismo: La gran deuda interna, aunque con distintos matices, persiste y es cada vez más difícil de superar.
Claro, entre las deudas internas y las deudas externas hay una estrecha relación. Y caemos siempre en los mismos interrogantes: ¿Por qué nos pasa lo que nos pasa?, ¿Porqué somos como somos?
Hoy es tema candente el de “los fondos buitres”. Un Fondo Buitre es un fondo de inversión libre que invierte en una deuda pública de una entidad que se considera débil o cercana a la banca rota. El nombre es una metáfora que compara a estos inversores con los buitres sobrevolando pacientemente, esperando para lanzarse sobre los restos de una compañía que se debilite rápidamente; o, en el caso de las deudas soberanas, de un país deudor.
Y entonces caemos en los límites y claroscuros de la ética y la moral: ¿Son inversores oportunistas o son delincuentes?
Porque si seguimos comparando, también tenemos los argentinos “fondos buitres internos” – que dentro de distintas circunstancias y formas de operar desde el poder económico y político - aprovecharon y aprovechan para sacar ganancias propias.
Muchos pensarán que las condiciones son diferentes y la apreciación exagerada tal vez, pero en algo son iguales: En esa pasión innata por crear riquezas para sí y para los suyos no hay límites.
¿O acaso comprar terrenos fiscales a precio irrisorio para hacer grandes negocios inmobiliarios futuros, o “comerciar” con empresas argentinas al borde de la quiebra para luego usurparlas no tiene el mismo espíritu que el de los “fondos buitres internacionales”?
Y entonces caemos en los límites y claroscuros de la ética y la moral: ¿Son inversores oportunistas o son delincuentes?
En un reportaje hace pocos años - transcurría la década ganada - el científico y periodista Adrián Paenza decía que “la principal dificultad argentina es que no es un país que se piense; es un país que nos sale". Por este motivo, reflexiona, no existe un plan guía y se avanza a tientas y no se resuelven los temas importantes. "El país siempre estuvo muy atento a la deuda externa y se olvidó de esta deuda interna tan grande". “Por supuesto que estamos mejor que antes, pero no es comparable, porque obviamente estamos mejor en el sistema democrático, pero una vez salvada esa obviedad la democracia tiene deudas: ¿cómo puede ser que haya chicos que se mueran de hambre en la Argentina? En ese sentido, el país siempre estuvo muy atento a la deuda externa y se olvidó de esta deuda interna tan grande”. En esto Paenza no se equivocaba, y hoy todavía sigue siendo igual.
La democracia no es un ente, sino que somos nosotros. El problema es que los gobernantes, los que se pusieron como líderes no atienden las necesidades de la gente como prioridad. Los representantes traicionan la voluntad de las mayorías.
Y en esto de porqué somos como somos y porqué hemos tenido y tenemos los gobernantes que tenemos, debemos pensar bastante, porque tanto la deuda interna como la deuda externa nacieron por nuestra “forma de ser”. De hacer y también de dejar hacer. Con gobernantes que olvidaron que “La palabra convence, pero el ejemplo arrastra”, y hay muchas generaciones por venir que los observan.
No se pueden sustituir valores éticos reales por la “viveza”, sea de gobernantes propios o de intereses foráneos. Porque la ética y la moral deben ser las mismas - para cualquiera - dentro y fuera de la casa. Un Estado gobernado por “vivos” se ha comportado muchas veces como un padre prostituido, que exige moralidad y respeto a sus hijos. Y así todos nos ven.
Si no pensamos, seguiremos preguntándonos si el enriquecimiento de nuestros propios gobernantes – al igual que de los intereses foráneos – es por inversiones oportunistas o por métodos ilegales o delictivos. Si no pensamos, el pueblo seguirá pagando la cuenta.

OPINIÓN - LA TRAMPA INSTITUCIONALIZADA O LA COSTUMBRE DE SER VIVOS

OPINIÓN:

LA TRAMPA INSTITUCIONALIZADA O LA COSTUMBRE DE SER VIVOS - Por Guillermo R. Pinotti.



Me pregunto por qué en Argentina el tramposo es un vivo y el justo es un gil. Un país donde la capacidad, la inteligencia, la formación profesional y experiencia no alcanzan: sobre todas las cosas hay que ser “vivo”. Y en estas circunstancias la mentira se incorpora como una herramienta estructural que algunos llaman “cintura política”.
Así, a través del tiempo, se ha arraigado en el pensamiento social del pueblo: “si no sos vivo no llegas a nada”. Y así estamos.
Lo peor es que ni el paso de los años ni la experiencia pueden con esto. Y la corrupción es el tema principal de las democracias en el futuro. Ya a mediados del siglo pasado sociólogos, psicólogos, filósofos y distintos pensadores como Agustín Álvarez, Roberto Arlt y Julio Mafud - entre otros, trataron de describir y analizar característica de la “viveza del argentino”. Pero todavía, mediando el dos mil quince, parece que no es tan sencillo encontrarle solución.
Mafud consideraba que “la política es el campo más favorable para la viveza criolla… siempre tiene la intención o propósito de aventajar o sobrar a los otros”, y no se equivocó de acuerdo a la historia vivida.
El efecto social de esta “viveza”, aplicado a la política, ha sido y es devastador. En individuos con este perfil, la “viveza” es una necesidad psicológica para probar a cada momento su personalidad sobre los otros y sobre sí mismo. Hay una psicología y una sociología de la viveza. Los efectos sociales habitan cualquier campo o núcleo de la sociedad.

La “viveza” y el “acomodo”, forman parte de todos los niveles sociales, tanto en el accionar de “punteros”, “barrabravas”, “militantes rentados” y todo tipo de “becados políticos” muchos de los cuales forman parte de los conocidos “ñoquis”. Y los realmente carenciados, prisioneros en un sistema asistencialista que no les permite igualdad de oportunidades desde siempre, no tienen otra alternativa que pactar muchas veces en estas condiciones.

La “viveza” es de efectos más peligrosos si la realizan instituciones u organismos en medios colectivos: la política, el comercio, la propaganda donde se destacan los núcleos que tratan de imponer sus intereses y privilegios.
El estado en este sentido, hace una profesión de la “viveza”. El estado Argentino hace viveza criolla cuando trampuliña a su favor todos los juicios en su contra. La frase popular lo dice sencillamente:
“¿Quién le gana un juicio al Estado?”. La contestación amistosa en estos casos siempre es previsora: “¡Vamos, no seas gil, no te metás!”.
O tal vez en otro tono: “¡Tratá de buscar un buen amigo!”. Las instituciones sociales con su propaganda hacen lo mismo con alguna variante. Lisa y llanamente hacen pasar lo falso por lo auténtico.

La política es el campo más propicio para la “viveza criolla”. El político se arroja más vertiginosamente por el camino del acomodo, del amigo o de “la trenza”, que por el de la inteligencia, de la capacidad o el conocimiento.
Los organismos y las instituciones que aplican la “viveza criolla”, son incapaces de comprender los valores esenciales del vivir social y son negadores de todo esfuerzo comunitario o de cooperación. Lo violentamente negativo es que el organismo o la institución necesitan siempre del público, del pueblo.
En esto el proceso social de la viveza es invariable: para el vivo o los vivos (sean hombres o institución, Estado u organismo), el mundo está habitado por una larga fila de víctimas, “puntos” o “giles” que pueden ser explotados o trampeados con facilidad por sus “vivezas”.

Un organismo o una institución que “adapta” la viveza criolla en sus actitudes y en sus acciones es una máquina de defraudación para el público. El núcleo central erróneo de la viveza criolla reside en que cada institución, igual que cada individuo, pretende ser lo que no es y por sus efectos y consecuencias resulta una máquina de valores falsos que desquician el vivir de la sociedad.

Los valores genuinos o auténticos – en los cuales nadie cree – se desvanecen al contacto con la realidad. De ahí que la viveza, desde el punto de vista social siempre es sinónimo de engaño. E incluso como sinónimo de robo.
Hecha la ley, hecha la trampa. En Argentina se dice que para cada ley o norma existe un atajo o trampa. Siempre hay formas de sortear las leyes para los que buscan lo suficiente.

J.Ortega y Gasset opinó con certeza que “Si se quiere penetrar en los secretos de un país, conviene fijarse en las palabras de su idioma que no se pueden traducir, sobre todo cuando significan modos de ser”.
No se trata de decir que en la vida son todos vivos o zonzos. Pero sí que el que usurpa o “cacha”, en el momento que lo realiza se siente “vivo” frente al que es usurpado o “cachado”.
Es decir, “los sobra en viveza”.
Esta frase sirve para valorar un aspecto esencial de la vida argentina de ayer y de hoy: El vivo es bien visto por el consenso general. Y hasta admirado. En cambio es visualizado como tonto, idiota o tarado, en el sentido clínico de la palabra, el hombre que no aprovecha la oportunidad o la ocasión para sacar provecho – sacar ventaja.

Esta particularidad ha provocado en el vocabulario argentino un perfil que fija algunos rasgos en el inconsciente colectivo: La Argentina es el país que más sinónimos tiene de los vocablos vivo y zonzo con sus variaciones. Comparado con nuestro léxico, el Diccionario de la Academia queda esquematizado y limitado.

Se puede registrar esta cantidad de vocablos que no se agota en su enumeración y tampoco quiere ser definitiva.

A vivo corresponden los adjetivos:

- Vivanco, Pierna, Madrugador, Buitre, Entrador, Rompedor, Sobrador, Caradura, Piola, Cararrota, Pirata, Mandarina. Banana, Rana, Canchero, Púa, Cargador, Avivato, Ventajita, Cachador…

A zonzo corresponde:

- Punto, Croto, Gil, Estúpido, Imbécil, Tarúpido, Tarado, Tara, Caído del catre, Pescado, Papa frita, Pavo, Pavote, Gilastro, Gilastrún, Grasa, Otario, Bestia, Infelíz, Desgraciado, Poligriyo, Pipiolo, Chuchi, Cartonazo, Opa, Chambón, Chaucha, Pastenaca, Melón, Melonazo, Muerto de frío, Salame,Pajarón, Chorlito, Zapallo, Boludo, Pelotudo, Chichipio, Abombado, Chitrulo, Chabón, Abribocas, Papanatas, Zanahoria…

Varios derivados de viveza son también las frases:

- “A ver si te avivás”
- “Se anda avivando”
- “Está hecho un vivo”

De esta actitud surge una nueva escala de valores que tiene como eje central “la viveza criolla”.
A través de la “viveza criolla” se van fundando otros valores menores que se nutren y se vitalizan del valor absoluto o valor eje.
Esta nueva escala de valores domina casi en absoluto toda la sociedad argentina. La define. Es la medida para clasificar los hombres y las cosas. Estructura la sociedad política y social.

El ideal del hombre argentino de hoy, y sobre todo del joven, es único e inconfundible: Ser vivo.

- “Madrugar antes que te madruguen”

Desde la casa se le susurra:

“¡No seas tonto!”, “¡Avivate!”

Casi no tiene otra alternativa que vivir dentro de la moral en boga con sus principios inamovibles:

- “Total, si no robo yo, robará otro”
- “Roban pero dan”

El mejor modo de radiografiar al vivo es ubicarlo en la conveniencia social. Porque allí es donde se juega en su totalidad. Para ser lo que es. La conveniencia social permite trascenderlo de afuera adentro. De la piel hacia el alma. Su nombre lo define con mucha exactitud. El “ser vivo” indica algo así como vivir dos veces el acto o el gesto que se expresa. Es decir “los sobra”. El vocablo “vivo” no tiene aquí ninguna relación con pícaro. Ni tampoco con listo. Estos están ajustados dentro de la moral. Por el contrario el vivo es un inmoral. Por eso siempre oculta o desdibuja su acción. Aquí nos importa el vivo por dentro para ver qué resortes lo mueven y lo tironean.
Él siempre llevará su alma taponada para que no se vean sus propósitos secretos. Actuará siempre detrás de su caparazón social. El vivo pertenece a un tipo social que habita todas las categorías sociales. Vivo suele ser el funcionario, el político o un simple ciudadano. En la jerarquía económica la viveza da dividendos. En la política, privilegio y acomodo.

Cada vez que el vivo relata o dice algo, sus expresiones verbales tienen como tema la afirmación de sí mismo. Su vocabulario ha creado un dialecto cuyo léxico desborda en superioridad:

- “Te lo digo yo”
- “Pero pibe, me lo vas a decir a mí”
- “Este país solo nosotros lo podemos gobernar”
- “Para hablar conmigo primero que vaya a estudiar un poco”
- “Si te lo digo yo es así”
- “Si yo te lo digo, ponle la firma”
- “Lo que dicen los demás son todas mentiras”

El “vivo” es un ser ficticio que escapa a lo real y natural. Toda circunstancia exterior, gente, hecho o conducta que ponga en duda su persona provocará una violenta reacción en su interior. Se irrita.
El “vivo” finge su capacidad y competencia como un estímulo para elevar su tono psicológico disminuido. Necesita un acto, un gesto, “una expresión de viveza” para conservar su autoestima.

Sus terminologías abundan en alusiones que reflejan esto:

- “A mí nadie me gana de mano”
- “A mí, cancha es lo que me sobra”

En sus escaramuzas verbales atribuye al adversario una inferioridad imaginaria, que con términos peyorativos trata de reservarse su “superioridad”.

- “A mí nadie me pone la tapa”
- “Hay que avivarse antes que te ganen de mano”

La superioridad no reside en el vivo en la capacidad natural, sino en “la viveza”. La “viveza” da carta de ciudadanía y legaliza lo que venga.

- “Yo puedo ser tu padre”
- “Pobre de vos pibe”
- “Aquí gobernamos siempre nosotros”
- “A mí nadie me va a madrugar”

El “vivo”, no obstante, está siempre a la defensiva, temeroso de trastabillar y ser desenmascarado. Por eso en su conducta social es desconfiado. Su figura y expresiones están finamente estudiadas con ademán defensivo. Los culpables del mal son los demás.
El gran mal de un pueblo es cuando sus gobernantes sustituyen los valores éticos reales por su “viveza”. Aunque parezca increíble. Moral por viveza. La desconfianza, la indiferencia y el escepticismo argentino, le deben mucho a esta “forma de ser”. Un Estado gobernado generalmente por “vivos” que se ha comportado como un padre prostituido, que exige moralidad y respeto a sus hijos.
Empecemos de nuevo, con la experiencia y conceptos dignos de pensadores que nos antecedieron, gobernando con capacidad y honestidad… y no para “pasarnos de vivos”.

OPINIÓN: LA POLÍTICA Y LA TRAICIÓN

OPINIÓN

LA POLÍTICA Y LA TRAICIÓN



En tiempos que se trata de resaltar la importancia de la honestidad, los valores, el respeto y sentido de la palabra; nos toca en oportunidades recibir golpes difíciles de tolerar. Sobre todo cuando en la esfera de lo político pretendemos caminar sobre tierra firme y la realidad nos demuestra una geografía plagada de arenas movedizas. En ese terreno se desliza la figura de los traidores. Una figura nefasta porque quien traiciona, ganó primero la confianza de una persona o grupo. Fingió fidelidad, lealtad, compromiso, sinceridad. Y en el espectro de lo público, una promesa al pueblo que delegó su confianza en él. Dice la Lic. Laura María Ventura que "el traidor es aquél que no respeta un pacto establecido; sea éste personal, institucional, corporativo o político. El traidor supone que puede pasar ciertos límites y que -a modo de citar un ejemplo-, habiendo sido electo por una agrupación, se pasa a otra agrupación, con la presunción de ambicionar, beneficiarse y ampararse con los privilegios otorgados por la otra agrupación.” De este modo, el traidor, degrada con su deslealtad, el pacto establecido y a las personas que confiaron en él. Acostumbrados en los pueblos del interior a ver casos como estos por televisión y radio en ardientes debates en altos niveles de la política nacional, para quienes vivimos en una ciudad como Chivilcoy - donde uno cree en aquella frase de nuestros abuelos y padres, "aquí nos conocemos todos”; el impacto de la traición puede tomar una dimensión aún más amarga. Amarga por la acción del traidor usando a unos para llegar a otros, y por quien cobija para sacar ventaja inescrupulosa teniendo como herramienta la mentira y el engaño. La historia del mundo y las luchas por el poder nos muestran infinidad de hechos de deslealtad y traición. Pero debe quedar en claro el terrible significado de ser traidor, significa entregar, dar a otro lo que se le ha confiado. Esto lo diferencia de un opositor, porque éste se muestra ideológicamente sincero en su postura desde el comienzo. Por eso la actitud del traidor resulta denigrante. El proceder de un traidor puede tener muchos modos individuales, pero lo sintetiza en hacer lo contrario a lo que era esperado y a lo que se había prometido. Comprometerse ante sus compañeros en proyectos y dejarlos luego en la nada. Dante Alighieri ubica a los traidores en el último círculo del infierno porque consideraba a la traición como el peor pecado de todos. El motivo es que, a diferencia de otro tipo de transgresión, para traicionar primero hay que ganarse la confianza y el afecto de sus pares y compañeros. También agrava este comportamiento cuando la premeditación de la traición que nace desde el inicio de una responsabilidad delegada en democracia, no habiendo prácticamente desarrollo alguno de tal función conferida, ni argumento ideológico distinto divulgado y dado a conocer entre sus pares. La literatura religiosa, entre tantos ejemplos históricos, nos muestra el caso de la traición de Judas: en el Evangelio según San Mateo: "Entonces uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue donde los sumos sacerdotes, y les dijo: ¿Qué queréis darme, y yo os lo entregaré? Ellos le asignaron treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregarle. Esperamos un futuro donde jurar por Dios, por la Patria y los Santos Evangelios, haga que quienes incumplen - Dios, y la Patria se lo demanden.

 Guillermo R. Pinotti