jueves, 1 de enero de 2015

LETRAS DE VIDA - CUENTO




Letras de vida

El camino a aquella escuela del Gran Bueno Aires tenía una geografía distinta al sendero que lleva a una escuela rancho del norte argentino, pero destilaba olores, carencias, sufrimientos y dolores que sólo podían calmar la vocación a la que el destino obligaba a muchos maestros, arraigada en el corazón de otros; y volcada en los corazones sedientos de aquellos jóvenes.
Romina llegó temprano aquella mañana. Sola en el aula, miró hacia arriba; intentaba dificultar la caída de algunas lágrimas que acompañaban su tristeza. Eligió una mesa del fondo del salón y se derrumbó sobre ella, casi dormida.
Con un ruido semejante a una maratón, entró Alejandra, la profesora
de Lengua:

-¡Holaaa! ¿Cómo te va, Romi? ¡Seguro terminaste el trabajo para hoy, muy bien que madrugaste tanto!

-Se equivoca, Seño... estoy sin dormir…

-¿Qué te pasa?

-En mi casa hubo pelea. Mi viejo volvió en pedo como siempre, comenzó primero a discutir con mi hermano mayor y luego golpeó a mi vieja. No pude más y me fui. Se me ocurrió venir al colegio temprano...

Silencio. Nada pudo desatar el nudo en la garganta de la docente. Abrazó a Romina algunos minutos mientras soltaba su llanto contenido. Poco a poco, la llegada de los demás alumnos dio lugar a que el sol se sintiera con más intensidad asomando en las ventanas.
Se oyó el timbre, y de inmediato el murmullo adolescente fue menguando para dar lugar a que Alejandra, la profesora del curso, con mirada fija y persistente, recorriendo cada rincón, anunciara que la clase comenzaba:

-Bueno, chicos… el tema de hoy es sobre los mitos y leyendas... ¿averiguaron algo?

-¡Yo traje sobre los duendes, profe!! -gritó exaltado Bordón, motivo suficiente para que todos descargaran una cascada de risas en el salón.

-A ver, Bordón -animó con voz suave la docente-, ponete de pie y explicá un poco...

Bordón se paró, acomodó los fondillos de su pantalón y con voz titubeante desplegó su conocimiento:

-Vea, señorita, yo no tengo problemas, pero si se cagan de risa me siento y listo.

-No va a ser así, Bordón... dale... ¿De qué vas a hablar?

-De los duendes -contestó, tomando aire como para darse importancia.

Una estampida como silbato se oyó repentinamente, y al unísono explotaron otros descargando la presión que en el pecho y el estómago les provocaba contener la risa.

-¡Silencio, chicos, escuchen a su compañero! -pidió Alejandra-. Bordón, leé de tu carpeta, que va a ser más fácil, dale...

Bordón se acomodó como para un discurso y comenzó a leer: “Los duendes son guardianes de la naturaleza, creían en ellos los vikingos y celtas... son enanos y de orejas puntiagudas. Los brujos y hechiceros los usan como ayudantes... pero hay otros que son buenos y cuidan el hogar... se deben atrapar y dejarlos dentro de botellas de color negro y soltarlos en la casa el día de Navidad o Pascuas. Ellos cuidan el lugar...”

-¡Acá tenemos uno! -exclamó Benavides señalando a Ordoñez.

-¡Benavides, te vas afuera y a Dirección! ¡Es increíble que no podamos
avanzar! -gritó desorbitada Alejandra.

-¡Yo traje del Pompero! -interrumpió Gómez queriendo participar…

Alejandra tomó su frente con ambas manos y luego apretó sus ojos; hizo una pausa y asintió con un gesto para que Gómez continuara.

-En Paraguay, me dijo mi abuelo que es paraguayo, se llama Cuarahú - Yará, viene de noche y se come a las mujeres solas…

-¡Cómo que se las come! -preguntó Alejandra.

-¡Sí, señorita -afirmó Gomez-, si no se le convida con cigarrillos y vino, con sólo tocarlas en el vientre las embaraza!

-Está bien, pero tengamos en cuenta que estamos hablando de leyendas y mitos, cosas que se transmiten entre los pueblos pero que no se puede comprobar... no lo tomen como verdades -aclaró Alejandra.

Severiano levantó la mano, y sin esperar a que lo autorizaran, hizo oír su queja:

-Y usted por qué dice que es mentira si no lo ha visto. Mi abuelo, que vive en Santiago, vio al Basilisco.

-¿Y que es el Basilisco?

-Es un animal muy extraño, semejante a una viborita, con un solo ojo en la frente, redondo y sin párpados. Dice mi abuelo que nace de los huevos sin yema que ponen algunas gallinas. Se esconde en cualquier recoveco de la casa y la persona que pueda verlo al ojo puede morir enseguida o quedar ciega. Para matarlo hay que hacerlo mirar en un espejo y muere de espanto.

Severiano terminó su exposición y todos quedaron pensando hasta que Alejandra intentó una explicación integral:

-Las leyendas y mitos dependen de la cultura de cada pueblo; no deben tomarlas como realidades...

-¿Usted entonces dice que mi abuelo miente? -interrumpió a Alejandra, enojado, Severino-. Yo le aseguro que él vio al Basilisco -continuó- y otros familiares también. ¿Usted no cree en Dios y en la Virgen de Luján, señorita? Sin embargo, nunca los ha visto.

Romina se puso de pie y defendió a su maestra:

-¡Por favor! ¡Esto es una clase, no pueden atacar así a la mejor Seño que tenemos y nos acompaña en todo!

-Es cierto -sumó Julieta-. Y es la más bonita -agregó mientras se acercaba para abrazarla-. ¿Tiene usted hijos?-preguntó con curiosidad.

Desconcertada por el vaivén de la charla, Alejandra inspiró suave y contestó lentamente:

-No tengo hijos y todavía no me he casado…

La respuesta motivó un intervalo de espera al que dio fin Romina nuevamente con una frase afectuosa:

-¡Vamos, Seño! ¡Debe alegrarse!... ¡Nosotros somos sus hijos!

El timbre del recreo fue la excusa adecuada para que terminara la clase y así Alejandra diera paso a la emoción que nacía desde su corazón y hacía desbordar lágrimas de sus ojos.






Chivilcoy, 2012

Copyright © Guillermo Rodolfo Pinotti, 2012.
Todos los derechos reservados.
ISBN: 978-987-33-2139-9
Supervisión editorial: María del Valle Grange.
Hecho el depósito que fija la Ley 11.723.
Impreso en la Argentina - Printed in Argentina.
Impresiones GraFer (Chivilcoy), 2012.


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