jueves, 1 de enero de 2015

SUEÑOS - Nota W1

                                                       SUEÑOS

El límite impreciso entre el sueño y la vigilia hizo dudar ya antes de nuestra era al célebre filósofo chino Chuang Tzu : "Una vez soñé que era una mariposa. Volaba de un lado para otro y me portaba en todo como una mariposa. Luego me desperté y me encontré en mi lecho. Ahora no sé si soy un hombre que soñó que era una mariposa o si soy una mariposa que está soñando que es un hombre".

Chuang Tzu (hacia 360 - hacia 286 a. C). Principal representante del taoísmo después de Lao Tse. También recibe el nombre de Chuang Chou, pero el de Chuang Tzu es mucho más conocido por ser el título de una colección de escritos - de diferentes autores y de distintas épocas - en los que en forma de parábolas y de diálogos imaginarios, se expone su concepción del mundo.




El filósofo francés René Descartes se preguntaba si había algo más real que un sueño, dudando si realmente estaba sentado frente a su chimenea o si estaba acostado en su cama soñándolo todo.

Descartes René (1596 - 1650). Filósofo y matemático francés. El punto de partida de su filosofía es la duda universal, metódica, no efectiva. Consiste en prescindir de cualquier conocimiento previo que no queda confirmado con la evidencia con que ha de manifestarse al espíritu. Descartes dudo de toda enseñanza recibida, de todo conocimiento adquirido, del testimonio de los sentidos e incluso de las verdades de orden racional. Llegado a este punto halla una verdad de la que no puede dudar: la evidencia interior que se manifiesta en el propio sujeto, " pienso, luego existo". En su Discurso del Método, en su Correspondencia, y en el Tratado de las pasiones del alma, expone su moral, que muestra cierto influjo estoico. Es el creador de la geometría analítica.

Pasamos un tercio de nuestras vidas durmiendo. Cada veinticuatro horas una persona promedio dedica ocho horas al sueño. A los sesenta años una persona ha pasado alrededor de veinte años durmiendo en una dimensión de la que se conoce poco y de la que no se conserva casi ningún recuerdo.
Cada noche soñamos en promedio una hora y media, aproximadamente veinticinco días por año y alrededor de seis años de nuestra existencia.
El hombre ha buscado durante miles de años explicación a los misterios del sueño. Los antiguos Bárbaros, que vivían en los bosques de la actual Alemania, creían que el alma era un ratoncito que salía y entraba al cuerpo por la boca. Cuando el ratón salía del cuerpo se dormía, al entrar se despertaba.
Otro antiguo mito dice que es peligroso despertar al que duerme, porque si está soñando está vagando muy lejos y podría no volver a su cuerpo despertado en ausencia (creencia de los nativos de las Islas Fiji).
Estas historias que relatan miedos ancestrales al sueño han influido en las costumbres aún del mundo civilizado occidental, así la gente se da las "buenas noches" y se saluda a los hijos con un beso antes que se duerman como si partieran a un largo viaje.
En la antigüedad se pensaba que los sueños tenían origen divino. Los griegos veneraban a Hypnos, dios del sueño, que era hermano mellizo de la Muerte e hijo de la Noche.
El templo de Esculapio, dios de la medicina, era utilizado por los enfermos para dormir. Se creía que Hypnos causaba el sueño tocando a los hombres con una vara mágica o abanicándolos con sus alas. Al despertar el sacerdote interpretaba el sueño y de acuerdo a este era el remedio.
Se realizaban ceremonias con baños, masajes, sahumerios e infusiones de hierbas. Creían que mientras dormían, Esculapio hacía morder a los pacientes con serpientes mágicas y así los sanaba. El símbolo de las dos serpientes enroscadas en una vara (caduceo) se usa todavía para representar la salud y la ciencia en el mundo occidental.

Esculapio, en la mitología griega dios de la medicina, hijo de Apolo y Coronis. Fue educado por Orión, que le enseñó su arte con tanta perfección que llegó a resucitar muertos. Zeus agraviado por ello, lo fulminó con su rayo.

Esculapio fue tutor de más de 300 templos de "incubación de los sueños" desde el primer milenio antes de Cristo.
Diferentes culturas a través de la historia han buscado la manera de analizar los sueños, siendo su interpretación simbólica distinta para cada una de ellas.
Para los asirios, soñar con atrapar una serpiente era señal de que recibirían la protección de un ángel.  Para los egipcios, una serpiente en los sueños era anuncio de una disputa o pelea.  Para los griegos simbolizaba enfermedad y enemistad.
Los judíos creían que soñar con ser mordido por una serpiente significaba que los ingresos económicos del soñador aumentarían.
Los babilonios consideraban a los judíos como expertos en la interpretación de los sueños. El profeta israelita Daniel interpretó uno de los sueños del rey Nabucodonosor, que predecía su enfermedad mental que duraría siete años.
José, vendido como esclavo en Egipto, pudo salir de esa condición y convertirse en consejero real por interpretar los sueños del faraón, con siete vacas gordas y siete vacas flacas que predecían siete años de riqueza y siete de escasez.

   "La interpretación de los sueños" escrito por el filósofo griego Artemidoro en el siglo II después de Cristo, fue reeditado en Inglaterra en 1664 con un gran éxito. Aunque muchas de sus interpretaciones son anticuadas al pensamiento actual, Artemidoro dieciséis siglos antes que Freud comprendió la importancia de observar la asociación de ideas que el relato del sueño provoca en el soñador, dándole trascendencia a la personalidad del sujeto en la interpretación de los sueños.
Sigmund Freud escribió su libro "La interpretación de los sueños" a los treinta y cuatro años mientras ejercía como neurólogo en Viena. Al poner en práctica la asociación libre de ideas con sus pacientes, observó que el relato de los sueños de éstos daba orígen a la aparición de recuerdos con ideas referidas a  hechos traumáticos o conflictos reprimidos.

Sigmund Freud (1856 - 1939). Médico austríaco, de origen judío. Estudió en París con el neurólogo Charcot (1825 - 1893), familiarizándose con el tratamiento de la histeria a través de la hipnosis. De regreso a Viena, profundizó el estudio de este tema con Josef Brener, y ambos publicaron conjuntamente La Histeria (1895) obra que propone un método de curación llamado catártico, base del futuro psicoanálisis.
Posteriormente, Freud sustituyó las sesiones de hipnosis por la libre asociación de ideas y estableció la hipótesis de que, tanto en la histeria como en ciertas neurosis, el origen de la enfermedad estaba en un trauma sexual ocurrido en la niñez del paciente y reprimido hasta quedar oculto y latente; la ascenso a la conciencia del recuerdo reprimido era, según ésta primera exposición del método psicoanalítico, la única vía posible para la curación.
A través de su práctica médica, Freud corrigió y matizó constantemente sus teorías y elaboró empíricamente un nuevo método de interpretación de la actividad psíquica (psicoanálisis) en la que se distinguen: Un fondo inconsciente, que se rige por el principio del placer buscando la satisfacción de las necesidades innatas o instintos (Ello); otra parte represora del inconsciente que incluye el conjunto de normas, tradiciones culturales asimiladas de los mayores, los tabúes, vínculos, escrúpulos, convenciones e ideales que proceden del ambiente en que vivimos (super - yo).
Por último el Yo es la instancia que define la personalidad del sujeto y equilibra las dos instancias anteriores a un ajuste de la conducta al principio de realidad. A esta época de la actividad de Freud pertenecen sus obras "La interpretación de los sueños", "Tres ensayos sobre la vida sexual" "Psicopatología de la vida cotidiana". A partir de "Tótem" y "Tabú" (1913), amplió su teoría sexual al terreno de la psicología colectiva.
Freud completó sus teorías con la tesis de la existencia en el hombre de dos instintos fundamentales, que luchan constantemente entre sí: Eros o principio de la vida, que impulsa al hombre a la creatividad, a la unión, a la formación de unidades más complejas; y Tanatos, instinto de muerte, que arrastra a la disolución, agresión, destrucción. "Más allá del placer", "Moisés y el monoteísmo", son las obras principales de esta última época.

 Un impulso reprimido por el aparato censor de la psiquis (super - yo), puede emerger durante un sueño, ya que durante el mismo la capacidad de "filtro" de éste desciende. Así el impulso puede satisfacerse parcialmente en un sueño en el que descargamos nuestra agresividad hacia por ejemplo un hermano o un superior, soñando que agredimos a otra persona.
Otro ejemplo: Si una persona tiene sentimientos de odio hacia su madre, el aparato sensor (super - yo), reprime el impulso agresivo que está fuera de las normas e ideales impartidos. Pero durante el sueño la actividad del super - yo está parcialmente abolida y deja pasar algo de los impulsos, presentándose de un modo simbólico. El sujeto puede soñar que su madre ha muerto. De hecho él desearía matarla, pero dado que la censura se impone al impulso, sueña que su deseo se realiza por una causa externa.
Los sueños son los vigilantes de nuestro dormir, ya que disfrazan imágenes y estímulos que, de otro modo, podrían perturbar nuestro descanso produciendo malestar o angustia.
Se debe aclarar que un mismo sueño, soñado por otra persona, puede revelar otros motivos y tiene influencia su personalidad e historia de vida.
En el sueño, las ideas latentes afloran expresadas a través de símbolos que las hacen irreconocibles y, por consiguiente aceptables.
Para poder interpretar los sueños, se requieren determinados requisitos y capacidades más allá del conocimiento de la psicología general y de la simbología de los sueños, como la aptitud natural u "ojo clínico" del analista. Es indispensable conocer previamente al sujeto que expone sus sueños.
El analista pide al paciente que le ha expresado un sueño que diga todo lo que se le ocurra con respecto a cada una de las imágenes o palabras del sueño.  Los detalles más insignificantes pueden aclarar ideas latentes y deseos que no queremos reconocer como nuestros, y que determinan un estado de ansiedad u otra alteración psicológica.

Guillermo R. Pinotti


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