NOTA 7: CREATIVIDAD, ARTE Y LOCURA - FRANZ KAFKA
Algunos personajes padecieron distintos tipos de trastornos y, sin
embargo, trascendieron por su genio y por sus obras. Para algunos de ellos, los
momentos de mayor creatividad coincidieron con las manifestaciones más agudas
de su inestabilidad emocional.
Ante estas personalidades, surge el interrogante de cómo habría sido su
actividad creativa de haber estado psíquicamente estables ¿Fue su vulnerabilidad una
fuerza esencial que los llevó a incursionar en terrenos donde nadie se
animaría, o los impulsó a trabajar intensamente para escapar de sus delirios? Quizás
el lector tenga la respuesta.
FRANZ
KAFKA (1883 – 1924)
Fruto
de su época, de su herencia, pero fundamentalmente de su tortuosa relación con
su padre, Franz Kafka marcó para siempre las letras con un estilo único.
Creando climas opresivos, oscuros y muchas veces lindantes con lo grotesco,
llevó a sus lectores al interior de un mundo torturado por la insatisfacción de
no alcanzar las expectativas familiares.
Kafka
murió de tuberculosis, sin haber disfrutado del éxito de su incomparable
escritura. Su amigo y biógrafo, Max Brod, desobedeció sus órdenes de quemar los
manuscritos, regalándole así la gloria póstuma.
“Dos ideas rigen
la obra de Kafka: la subordinación es la primera; el infinito, la segunda”
(Jorge Luis
Borges)
Hannah
Arendt, en su ensayo sobre el autor, lo explicó claramente: “El tema principal
de las novelas de Kafka es el conflicto entre un mundo que adopta la forma de
esa maquinaria de funcionamiento impecable y un protagonista que intenta
destruirla. A su vez esos protagonistas no son simple y llanamente seres
humanos como los encontramos diariamente en el mundo, sino modelos variables de
un único ser humano cuya única cualidad distintiva es su imperdurable
concentración en asuntos comunes a todos los seres humanos. El argumento de las novelas es siempre el
mismo: el personaje descubre que el mundo y la sociedad de la normalidad son,
de hecho, anormales, que las sentencias emitidas por los prohombres de
prestigio reconocido son de hecho demenciales, y que los actos que se derivan
de las reglas del juego son de hecho desastrosos para todos.
Se
nos incita a descubrir el absurdo, allí donde la convención de por sentado que
la casualidad existe. La casualidad no es cierta ni forzosa, es angustioso
admitirlo, pero es posible que, aunque no haya nada que lo explique, uno se
levante por la mañana y descubra que es un escarabajo que agita sus patas al
aire. Es posible que la ley acuse al sujeto sin culpa, que le imponga la culpa
incluso. Descartarlo nos da
tranquilidad, pero una tranquilidad engañosa.
Franz
Kafka elaboró una escritura alegórica que con el paso del tiempo, en lugar de
envejecer, renueva su significación.
Sus
personajes siempre estuvieron solos. Como él mismo. ¿Eran la manifestación de
su propia soledad? “El proceso” y el posterior “La condena”, plasman
magníficamente el problema de la culpa atávica, la carga innata, ese ser
condenado por algo que está o falta en nuestra naturaleza.
Muchos
lo han relacionado con el mecanismo lógico
donde las infinitas mitades de las cosas nos mantienen siempre a la
misma distancia del objetivo, en un eterno “volver a empezar”. La Metamorfosis
parece plantear la introspección infinita, y la vergüenza.
“Haga
lo que haga no satisfaré a mi padre”. Este es el precio que Kafka pagó y en sus
textos dejó maravillosamente claro un concepto que aún hoy nos ocupa.
BORGES
HABLA DE KAFKA
FRANZ
KAFKA
LA
METAMORFOSIS
No hay comentarios:
Publicar un comentario