jueves, 1 de enero de 2015

NOTA 7: CREATIVIDAD, ARTE Y LOCURA - FRANZ KAFKA


NOTA 7: CREATIVIDAD, ARTE Y LOCURA - FRANZ KAFKA 

Algunos personajes padecieron distintos tipos de trastornos y, sin embargo, trascendieron por su genio y por sus obras. Para algunos de ellos, los momentos de mayor creatividad coincidieron con las manifestaciones más agudas de su inestabilidad emocional.
Ante estas personalidades, surge el interrogante de cómo habría sido su actividad creativa de haber estado psíquicamente estables ¿Fue su vulnerabilidad una fuerza esencial que los llevó a incursionar en terrenos donde nadie se animaría, o los impulsó a trabajar intensamente para escapar de sus delirios? Quizás el lector tenga la respuesta.

FRANZ KAFKA (1883 – 1924)




Fruto de su época, de su herencia, pero fundamentalmente de su tortuosa relación con su padre, Franz Kafka marcó para siempre las letras con un estilo único. Creando climas opresivos, oscuros y muchas veces lindantes con lo grotesco, llevó a sus lectores al interior de un mundo torturado por la insatisfacción de no alcanzar las expectativas familiares.
Kafka murió de tuberculosis, sin haber disfrutado del éxito de su incomparable escritura. Su amigo y biógrafo, Max Brod, desobedeció sus órdenes de quemar los manuscritos, regalándole así la gloria póstuma.

“Dos ideas rigen la obra de Kafka: la subordinación es la primera; el infinito, la segunda”
(Jorge Luis Borges)



Hannah Arendt, en su ensayo sobre el autor, lo explicó claramente: “El tema principal de las novelas de Kafka es el conflicto entre un mundo que adopta la forma de esa maquinaria de funcionamiento impecable y un protagonista que intenta destruirla. A su vez esos protagonistas no son simple y llanamente seres humanos como los encontramos diariamente en el mundo, sino modelos variables de un único ser humano cuya única cualidad distintiva es su imperdurable concentración en asuntos comunes a todos los seres humanos.  El argumento de las novelas es siempre el mismo: el personaje descubre que el mundo y la sociedad de la normalidad son, de hecho, anormales, que las sentencias emitidas por los prohombres de prestigio reconocido son de hecho demenciales, y que los actos que se derivan de las reglas del juego son de hecho desastrosos para todos.
Se nos incita a descubrir el absurdo, allí donde la convención de por sentado que la casualidad existe. La casualidad no es cierta ni forzosa, es angustioso admitirlo, pero es posible que, aunque no haya nada que lo explique, uno se levante por la mañana y descubra que es un escarabajo que agita sus patas al aire. Es posible que la ley acuse al sujeto sin culpa, que le imponga la culpa incluso.  Descartarlo nos da tranquilidad, pero una tranquilidad engañosa.
Franz Kafka elaboró una escritura alegórica que con el paso del tiempo, en lugar de envejecer, renueva su significación.
Sus personajes siempre estuvieron solos. Como él mismo. ¿Eran la manifestación de su propia soledad? “El proceso” y el posterior “La condena”, plasman magníficamente el problema de la culpa atávica, la carga innata, ese ser condenado por algo que está o falta en nuestra  naturaleza.
Muchos lo han relacionado con el mecanismo lógico  donde las infinitas mitades de las cosas nos mantienen siempre a la misma distancia del objetivo, en un eterno “volver a empezar”. La Metamorfosis parece plantear la introspección infinita, y la vergüenza.
“Haga lo que haga no satisfaré a mi padre”. Este es el precio que Kafka pagó y en sus textos dejó maravillosamente claro un concepto que aún hoy nos ocupa.



BORGES HABLA DE KAFKA

FRANZ KAFKA

LA METAMORFOSIS

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