CORTÁZAR, NEUROSIS Y
LITERATURA.
Según el propio
escritor, su infancia fue brumosa y con un sentido del tiempo y del espacio
diferente al de los demás. Fue un niño enfermizo y pasó mucho tiempo en cama,
por lo que la lectura fue su gran compañera. Su madre le seleccionaba lo que
podía leer, convirtiéndose en la gran iniciadora de su camino de lector,
primero, y de escritor después. A los nueve años ya había leído a Julio Verne,
Víctor Hugo y Allan Poe, padeciendo por ello frecuentes pesadillas y terrores
nocturnos durante un tiempo. Solía además pasar horas leyendo un diccionario
Pequeño Larousse. Leía tanto que su madre primero acudió al director de su
colegio y luego a un médico para preguntarles si era normal, y éstos le
recomendaron que su hijo dejara de leer o leyera menos durante cinco o seis
meses, para que en cambio saliera a tomar sol.
Sus gustos
literarios eran muy amplios, y sentía una especial atracción por los libros de
vampiros y fantasmas, lo que debido a su alergia al ajo, era motivo de bromas
por parte de sus amistades.
«Yo creo que desde
muy pequeño mi desdicha y mi dicha, al mismo tiempo, fue el no aceptar las
cosas como me eran dadas. A mí no me bastaba con que me dijeran que eso era una
mesa, o que la palabra madre era la palabra madre y ahí se acaba todo. Al
contrario, en el objeto mesa y en la palabra madre empezaba para mí un
itinerario misterioso que a veces llegaba a franquear y en el que a veces me
estrellaba. En suma, desde pequeño, mi relación con las palabras, con la escritura,
no se diferencia de mi relación con el mundo en general. Yo parezco haber
nacido para no aceptar las cosas tal como me son dadas.»
En 1948 obtuvo el
título de traductor público de inglés y francés, tras cursar en apenas nueve
meses estudios que normalmente llevan tres años. El esfuerzo le provocó
síntomas neuróticos, uno de los cuales (la búsqueda de insectos en la comida)
desaparece con la escritura del cuento Circe.
Por la descripción
que hizo de los síntomas —meticulosidad para comer temiendo que los alimentos
tuvieran cuerpos extraños o estuvieran sucios— es probable que Cortázar hubiera
padecido de una neurosis obsesivo compulsiva con perfil paranoide.
Cortázar refiere en
entrevista al periodista uruguayo Omar Prego:
“Yo creo haberte
dicho que los cuentos de Bestiario, varios de los cuentos de ese primer libro
de cuentos, fueron, sin que yo lo supiera (de eso me di cuenta después),
autoterapias de tipo psicoanalítico. Yo escribí esos cuentos sintiendo síntomas
neuróticos que me molestaban pero que jamás me hubieran obligado a consultar a
un psicoanalista. (Yo no he ido nunca al psicoanalista en mi vida.) Y yo me
daba cuenta de que eran síntomas neuróticos por la sencilla razón de que en mis
largas horas de ocio, cuando era profesor en Chivilcoy, me leí las Obras
Completas de Freud en la edición española, en la traducción de Torres
Ballesteros. Y me fascinó.”
“Yo vivía con mi
madre, en esa época. Mi madre cocinaba, siempre me encantó la cocina de mi
madre, que merecía toda mi confianza. Y de golpe empecé a notar que al comer,
antes de llevarme un bocado a la boca, lo miraba cuidadosamente porque tenía
miedo de que se hubiera caído una mosca. Eso me molestaba profundamente porque
se repetía de una manera malsana. Pero, ¿cómo salir de eso? Claro, cada vez que
iba a comer a un restaurante era peor. Y de golpe, un día, me acuerdo muy bien,
era de noche, había vuelto del trabajo, me cayó encima (una frase que va a
exasperar a los lectores) la noción de una cosa que sucedía en Buenos Aires, en
el barrio de Medrano, de Almagro, de una mujer muy linda y muy joven, pero de
la que todo el mundo desconfiaba y odiaba porque la creían una especie de bruja
porque dos de sus novios se habían suicidado.”
“Entonces empecé a
escribir el cuento sin saber el final, como de costumbre. Avancé en el cuento y
lo terminé. Lo terminé y pasaron cuatro o cinco días y de golpe me descubro a
mi mismo comiéndome un puchero en mi casa y cortando una tortilla y comiendo
todo como siempre, sin la menor desconfianza. Entonces, por mis lecturas de
Freud, me dije por qué hasta hacía cuatro días yo miraba cada bocado y ahora,
de golpe, no los miraba más. Y si hay una mosca hay una mosca. ¡Cuántas veces
nos habremos comido una mosca! ¿Qué importancia tiene? Y me dije que tenía que
haber una explicación, no acepté el hecho. Eso fue algo típico mío desde niño:
no aceptar los hechos dados. Y entonces, de golpe, se estableció el enlace. Y
el final del cuento, cuando ella fabrica los bombones con cucarachas y los dos
novios anteriores se suicidan porque han comido esos bombones y se han dado
cuenta y el narrador se salva porque tiene la sospecha, abre el bombón y ve la
cucaracha y se escapa, claro. Creo que es uno de los cuentos más horribles que
he escrito. Pero ese cuento fue un exorcismo, porque me curó del temor de
encontrar una cucaracha en mi comida.”
También pertenece a
Bestiario el breve, pero intensísimo cuento de "La casa tomada",
donde dos hermanos, peculiar pareja adánica, son expulsados de su pequeño y
cerrado "paraíso" y arrojados a la vida, a un mundo desconocido.
Significativamente lo único que consiguen "salvar" de la casa es un
reloj, que les recuerda obsesivamente su temporalidad, su condición de
mortales.
Cortázar explica así
ese cuento: Ese cuento fue resultado de una pesadilla. Yo soñé ese cuento. Sólo
que no estaban los hermanos. Había una sola persona que era yo. Algo que no se
podía identificar me desplazaba poco a poco a lo largo de las habitaciones de
una casa, hasta la calle.
Me dominaba esa
sensación que tienes en las pesadillas: el espanto es total sin que nada se
defina, miedo en estado puro. Había una cosa espantosa que avanzaba, una
sensación de amenaza que avanzaba y se traducía en ruidos. Yo me iba creando
barricadas, cerrando puertas, hasta la última puerta que era la puerta de la
calle. En ese momento me desperté: antes de llegar a la calle. Me fui
inmediatamente a la máquina de escribir y escribí el cuento de una sentada.
De "La casa
tomada" se dijo que era una alegoría del Peronismo y de la situación de
Argentina a final de los años cuarenta. Cortázar no rechaza totalmente esta
tesis:"Esa interpretación de que yo estaba traduciendo imaginativamente mi
reacción como argentino ante lo que sucedía en el país, no es la mía, pero no
se puede excluir. Es perfectamente posible que yo haya tenido esta sensación y
que en el cuento se tradujera así, de manera fantástica y, simbólica"
Cortazar, de nuevo:
“Yo, desde muy niño,
sentía que el humor era una de las formas con las cuales era posible hacerle
frente a la realidad, a las realidades negativas sobre todo. De modo que esas
asociaciones aparentemente ilógicas que determinan las reacciones del humor y
la eficacia del humor, llevan al juego. . Lo lúdico no es un lujo, un agregado
del ser humano que le puede ser útil para divertirse_ lo lúdico es una de las
armas centrales por las cuales él se maneja o puede manejar la vida. Lo lúdico
no entendido como un partido de truco ni como un match de fútbol; lo lúdico
entendido como una visión en la que las cosas dejan de tener sus funciones
establecidas para sumir muchas veces funciones muy diferentes, funciones
inventadas.”
El hombre que habita
un mundo lúdico es un hombre metido en un mundo combinatorio, de invención
combinatoria, está creando continuamente formas nuevas.
Ahora, lo que es
extraño – hay otro misterio subsidiario-, es cómo una psiquis, una inteligencia
que trabaja en todos sus planos, es incapaz de establecer una relación entre la
neurosis, escribir un cuento, curarse de la neurosis y no darse cuenta de que
ese cuento era la terapia. Y descubrirlo después.
Hola! Estoy muy agradecido a su puesto, pero me gustaria saber su fuente de la entrevista entre Julio y Omar. El año, el compartimiento, qualqueres informaciones tales. Usted saberia mi decir? Me perdona, mi espanol no es muy bueno.
ResponderEliminarHola, muchas gracias por la información. ¿Podría proporcionarme la bibliografía de donde sacó la información?
ResponderEliminar