NOTA D: PROBLEMÁTICA PSICOSOCIAL DEL ANCIANO
Sobre la
problemática psicosocial del anciano, por Guillermo Pinotti
Hoy en día, la
imagen popular del anciano es negativa, se lo considera con menor inteligencia,
memoria limitada, conceptos rígidos y personalidad discordante. Diferente
visión se tenía en la antigüedad por el anciano, donde eran consultados y
respetados, formando algunos de ellos los “Consejos de ancianos” que
intervenían por su experiencia en las decisiones de gobiernos de aquellos
pueblos. El deterioro normal de la vejez es considerado hoy causa de
marginación. La pérdida de familiares y amigos se hace cada vez más dolorosa
para el anciano, siendo la tendencia en la familia, en estos tiempos, no
acompañar al anciano en esta nueva etapa de la vida, buscando alternativas que
los liberen de esta obligación.
La preparación
física, mental y cultural para la vida en la tercera edad debe comenzar lo más
tempranamente posible. El envejecimiento trae aparejado un cambio, se pierde un
estado de equilibrio para adquirir uno nuevo. Se modifican patrones de conducta
hasta entonces conocidos para enfrentarse a nuevas condiciones
psicofísico-sociales. En los establecimientos geriátricos solo aproximadamente
un tercio de los internados poseen psíquicos irreversibles y que impiden la
integración en sociedad por necesitar cuidados especiales. Muchos de ellos
buscan refugio, padeciendo desarraigo y falta de integración familiar.
La familia
constituye el ambiente psicosocial más importante donde se desenvuelve la vida
del anciano. Es el medio natural que atiende sus necesidades de alimento,
abrigo, afecto, y donde el anciano vivirá sus últimos años, ofreciendo una
menos vulnerabilidad a los traumas psicológicos. También la familia debe ayudar
a su rehabilitación social, incluida su dependencia biológica. Hace un tiempo
leí un comentario acerca de un abuelo: “… el abuelo derramaba la sopa cada vez
que se sentaba a la mesa. No podía doblas la cintura para alcanzar sus pies,
por lo que tenían que calzarlo y descalzarlo todos los días.
Pequeños detalles
que incomodaban a su hijo y a su nuera. Los niños adoraban a su abuelo, y no
comprendieron porqué debía mudarse a esa “hermosa residencia” donde estaría
acompañado de otros abuelos; si estaban ellos para hacerle compañía. El abuelo
llegó a su nueva habitación, miró las paredes, acomodó sus pertenencias, miró
más allá de la ventana, y lloró. Lloró con hombría. Con derecho. Con dolor.
Recordó todas las veces que su hijo había derramado la sopa, cuando era niño.
Recordó la infinidad de veces que había calzado sus zapatitos, porque el pequeño
no podía ponérselos. Y las heridas. Cuántas veces había corrido a lavar una
rodilla que sangraba, y cuantas veces…”
El rol de la familia
será muy importante en el futuro por el aumento de la población de la tercera
edad, siendo un reto para la sociedad que todavía no tiene respuesta adecuada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario