jueves, 1 de enero de 2015

NOTA D: PROBLEMÁTICA PSICOSOCIAL DEL ANCIANO

NOTA D: PROBLEMÁTICA PSICOSOCIAL DEL ANCIANO

Sobre la problemática psicosocial del anciano, por Guillermo Pinotti

 La ciencia ha aumentado el número de supervivientes hasta la senectud. La revolución industrial modificó los roles familiares, cambió la unidad social y económica, alterándose la posición social de los ancianos, y hoy son necesarios nuevos modelos.



Hoy en día, la imagen popular del anciano es negativa, se lo considera con menor inteligencia, memoria limitada, conceptos rígidos y personalidad discordante. Diferente visión se tenía en la antigüedad por el anciano, donde eran consultados y respetados, formando algunos de ellos los “Consejos de ancianos” que intervenían por su experiencia en las decisiones de gobiernos de aquellos pueblos. El deterioro normal de la vejez es considerado hoy causa de marginación. La pérdida de familiares y amigos se hace cada vez más dolorosa para el anciano, siendo la tendencia en la familia, en estos tiempos, no acompañar al anciano en esta nueva etapa de la vida, buscando alternativas que los liberen de esta obligación.


La preparación física, mental y cultural para la vida en la tercera edad debe comenzar lo más tempranamente posible. El envejecimiento trae aparejado un cambio, se pierde un estado de equilibrio para adquirir uno nuevo. Se modifican patrones de conducta hasta entonces conocidos para enfrentarse a nuevas condiciones psicofísico-sociales. En los establecimientos geriátricos solo aproximadamente un tercio de los internados poseen psíquicos irreversibles y que impiden la integración en sociedad por necesitar cuidados especiales. Muchos de ellos buscan refugio, padeciendo desarraigo y falta de integración familiar.


La familia constituye el ambiente psicosocial más importante donde se desenvuelve la vida del anciano. Es el medio natural que atiende sus necesidades de alimento, abrigo, afecto, y donde el anciano vivirá sus últimos años, ofreciendo una menos vulnerabilidad a los traumas psicológicos. También la familia debe ayudar a su rehabilitación social, incluida su dependencia biológica. Hace un tiempo leí un comentario acerca de un abuelo: “… el abuelo derramaba la sopa cada vez que se sentaba a la mesa. No podía doblas la cintura para alcanzar sus pies, por lo que tenían que calzarlo y descalzarlo todos los días.


Pequeños detalles que incomodaban a su hijo y a su nuera. Los niños adoraban a su abuelo, y no comprendieron porqué debía mudarse a esa “hermosa residencia” donde estaría acompañado de otros abuelos; si estaban ellos para hacerle compañía. El abuelo llegó a su nueva habitación, miró las paredes, acomodó sus pertenencias, miró más allá de la ventana, y lloró. Lloró con hombría. Con derecho. Con dolor. Recordó todas las veces que su hijo había derramado la sopa, cuando era niño. Recordó la infinidad de veces que había calzado sus zapatitos, porque el pequeño no podía ponérselos. Y las heridas. Cuántas veces había corrido a lavar una rodilla que sangraba, y cuantas veces…”



El rol de la familia será muy importante en el futuro por el aumento de la población de la tercera edad, siendo un reto para la sociedad que todavía no tiene respuesta adecuada.

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